lunes, 17 de noviembre de 2008

Córdoba, cruce de culturas



Córdoba, situada en la zona más septentrional de Andalucía, fue foco de la cultura árabe, capital del califato y cuna de grandes hombres como el filósofo Séneca o el poeta Lucano. Bañada por el río Guadalquivir, es una ciudad forjada a partir de civilizaciones muy diversas: cristiana, judía y árabe. Su casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad, conserva interesantes vestigios y monumentos que dan fe de este hegemónico pasado.

Córdoba es una ciudad para pasear, para disfrutar pausadamente, descubriendo sus estrechas calles, sus plazas y sus patios coloristas. Su patrimonio cultural y artístico ha convertido a la ciudad en un lugar de referencia a nivel europeo. Sin embargo, este reconocimiento se remonta al siglo VIII cuando llegó a ser capital de Al Andalus y uno de los focos culturales más importantes de Occidente. Trece siglos más tarde cada esquina aún encierra ese sabor árabe.

De entre todos sus monumentos destaca La Mezquita. Más allá de lo espectacular de su belleza, que le ha llevado a ser merecedora de la etiqueta Patrimonio de la Humanidad, destaca su orientación geográfica. La Mezquita de Córdoba mira hacia al Sur, en lugar de a La Meca.

Su construcción se realizó en varias fases hasta convertirla en el mayor templo islámico tras la Beit Allah de La Meca. Durante la Reconquista sufrió nuevas modificaciones para adaptarla al culto cristiano. La más importante fue la edificación de la catedral en el centro del templo musulmán.

El acceso al interior se realiza a través de varias puertas de gran belleza. Destaca la puerta del Perdón, de estilo mudéjar, famosa por ser el lugar donde los pecadores recibían la absolución; la puerta del Caño Gordo, de estilo clásico, o la de San Estebán, la más antigua. Tras franquear la puerta de acceso se encuentra el Patio de los Naranjos, rodeado por una galería porticada y adornado por diversas fuentes.
En su interior cobran fuerza los famosos 850 pilares que sustentan la construcción. Lo armonioso de su colorido es fruto de la combinación de materiales como el jade, el granito y el mármol.

Medina Azahara a escasos 7 kilómetros de la capital cordobesa, es uno de los centros arqueológicos más importantes de España. En sus orígenes, fue concebida como una fastuosa residencia califal por Abderramán III. Ubicada en la falda de Sierra Morena, fue construida para simbolizar la superioridad del califa ante sus enemigos.

La cocina cordobesa se caracteriza por el uso de productos del campo, como cereales o legumbres, condimentadas con especies, vestigio de su pasado árabe. La sierra, que provee a la región de variadas carnes, ha hecho de este alimento otra de las bases de la alimentación.
La influencia musulmana dejó un sabor profundo en la gastronomía, platos agridulces como el cordero a la miel, fritos de calabacín o el salmorejo son comunes en numerosos restaurantes diseminados por el casco histórico. Por su parte los cristianos aportaron el gusto por las carnes: estofados de rabo de buey, jamones de cerdo ibérico del valle de los Pedroches, la caldereta de cordero, etc. Entre los postres destacan las rosquillas rellenas de miel y el pastel cordobés. Este popular dulce se elabora a base de hojaldre que se rellena con cabello de ángel.
Visita virtual

No hay comentarios: